Los periodistas de “The Washington Post” parece que no comprenden que las relaciones diplomáticas no persiguen ayudar al gobierno socialista cubano.

Como si fuera un boxeador a punto de recibir un knock out, el diario “The Washington Post” lanza golpes a ciegas contra la nueva Directiva Presidencial, PPD-43, firmada por Barack Obama, sobre la política de Normalización de las Relaciones con Cuba, acusándolo de enviarle un mensaje equivocado al presidente cubano Raúl Castro.

Es sabido que ese diario estadounidense defiende los intereses más reaccionarios de la comunidad cubana radicada en Estados Unidos, con especial preferencia de los miembros de la mafia terrorista anticubana de Miami, integrada por esbirros del dictador Fulgencio Batista y sus descendientes; asesinos, torturadores y ladrones, que sienten odio visceral por la Revolución.

Recientemente el FBI desclasificó documentos sobre esos cubanos, ratificando sus acciones terroristas en Estados Unidos, por tanto, la verdad sale a flote respecto a esos auto titulados “exiliados”, cuando realmente muchos son prófugos de la justicia cubana por cometer delitos comunes.

En sus ataques a la mencionada Directiva, ese diario demuestra su incapacidad para leer e interpretar la letra de la misma, que en ningún momento pretende ayudar al gobierno cubano.

Para demostrar que las intenciones de Estados Unidos continúan la misma línea trazada en 1959 por el presidente Dwight Eisenhower, solo deben prestarles atención a los proyectos para desmontar el socialismo desde adentro, en una simbiosis filosófica con el “Proyecto Democracia”, aprobado por el presidente republicano Ronald Reagan, con el cual logró acabar con el socialismo en Europa del Este.

La candidata presidencial por el partido demócrata, Hillary Clinton, lo confirmó en agosto del 2015 en Miami, cuando defendió la nueva política hacia Cuba, al afirmar:

[…] “pude comprender que nuestra política de aislar a Cuba estaba fortaleciendo las garras de Castro en el poder en vez de debilitarlas, lo cual perjudicaba nuestros esfuerzos para restablecer el liderazgo de Estados Unidos en todo el hemisferio […] estábamos ayudando al régimen para que mantuviera a Cuba como una sociedad cerrada y controlada, en vez de promover la apertura positiva a la influencia externa en la misma forma que lo hicimos de forma tan efectiva con el antiguo bloque Soviético y en otros lugares…”

Los periodistas de “The Washington Post” parece que no comprenden que las relaciones diplomáticas no persiguen ayudar al gobierno socialista, sino minarlo desde adentro al ejercer influencia directa sobre su población, mediante el traslado de los valores que defiende Estados Unidos, y poco a poco trabajar a los jóvenes, y a aquellos cubanos que está acogidos a las licencias otorgadas por el gobierno para el trabajo privado.

Si fueran más astutos e inteligentes esos que acusan a Obama, pudieran descifrar lo que este pretende alcanzar de una forma más práctica y sutil, ya que casi 60 años de una política obtusa no dio los resultados esperados y sí la pérdida de cientos de miles de millones mal empleados, algo reconocido incluso por el ex jefe de la Sección de Intereses en La Habana, que puede leerse en los cables publicados por el sitio WikiLeaks.

En la cuestionada Directiva, DPP-43, se dice en perfecto inglés, que “Estados Unidos seguirá trabajando por el aumento de los lazos pueblo a pueblo, el respeto de los derechos humanos y los valores democráticos”, según los conceptos de la política yanqui.

Al mencionar el tema de los viajes a la Isla, expone que el aumento de los mismos tiene como propósito “el desarrollo de un sector privado que ofrezca mayores oportunidades económicas”, o sea que la mejoría de esa porción de la población cubana les muestre a los trabajadores estatales que el sistema capitalista es superior al socialismo.

Por supuesto, para darse cuenta de las dobles intenciones de ese programa, hay que tener un mínimo de inteligencia y al parecer es algo que no abunda en “The Washington Post”.

Cuando Obama autorizó las negociaciones para “el aumento del acceso a internet e impulsar la conetividad de los cubanos, especialmente de los jóvenes para intercambiar información e ideas”, no fue para mejorar sus habilidades científicas y culturales, sino para seguir al pie de la letra lo expresado en 1996 por la RAND Corporation, del Instituto de Investigaciones para la Defensa Nacional de Estados Unidos, en un estudio presentado al Departamento de Defensa, titulado “Las telecomunicaciones cubanas, las redes de computación y sus implicaciones en la política de Estados Unidos”.

Lo recomendado por esa Corporación fue:

“Ayudar a la apertura en Cuba y forzar el surgimiento de una sociedad civil independiente para alentar el enlace de Cuba a Internet, utilizar Internet para transmitir noticias y análisis balanceados, promover el uso de Internet por ONG cubanas, universidades y otros destinatarios”.

En ese mismo camino, en marzo del 2005, Roger Noriega, Subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, afirmó en una audiencia congresional:

“Estados Unidos flexibilizó los requisitos de las licencias para que, por primera vez, puedan ser entregadas computadoras personales de alta velocidad, a grupos de la sociedad civil en Cuba”.

¿No hay cultura entre los periodistas del diario washingtoniano para recordar que en un evento celebrado en 2012 por la Fundación Heritage de Estados Unidos y Googles Ideas, se elaboró un informe para el gobierno norteamericano, donde se recomendó la creación de una red WIFI remota para posibilitar el acceso a Internet de los cubanos?

En ese conclave, el Senador Marco Rubio, participante en el mismo, aseguró:

“El sistema totalitario cubano podría derrumbarse, si todos los cubanos tuvieran libre acceso a Internet, pues Cuba seguiría la misma suerte de aquellos países que pasaron la Primavera Árabe”.

Esos miopes que no alcanzan a ver lo expuesto en la PDD-43, deben saber que en la política de Estados Unidos hacia Cuba nada es casual y menos bondadoso; solo hay que leer lo que asegura la misma:

“Vamos a continuar pronunciándonos en favor de los derechos humanos, incluidos los derechos a la libertad de expresión, religión, asociación y reunión pacífica como lo hacemos en todo el mundo. Nuestra política está diseñada para apoyar la capacidad de los cubanos de ejercer sus derechos humanos universales y libertades fundamentales, con la expectativa de que un mayor comercio ofrezca a un segmento más amplio de la población cubana la información y los recursos necesarios para lograr un futuro próspero y sostenible”.

Por suerte, los cubanos si saben leer y bien, por lo que no resultará fácil engañarlos, ni siquiera cuando la PDD-43 afirma:

“El Departamento de Defensa (DOD) seguirá tomando medidas para ampliar las relaciones en materia de defensa con Cuba en lo que favorezca los intereses de los Estados Unidos… El DOD apoyará la inclusión de Cuba en el sistema interamericano de defensa y en las conferencias regionales de seguridad y defensa, que le proporcionarán a Cuba un papel en la estabilidad hemisférica”.

En ese aspecto, lo que hacen ahora es aplicar la recomendación presentada en 1999 por analistas del Council on Foreign Relation, donde platearon:

“Llevar a cabo medidas constructivas para lograr la confianza militar a militar. Mientras más confiados estén los militares cubanos de que Estados Unidos no tomará ventajas militares de una apertura política o económica, será más factible que elementos de las fuerzas armadas cubanas toleren o apoyen tal apertura”.

60 años han servido de preparación y entrenamiento al pueblo cubano y las nuevas generaciones conocen la verdadera historia y nadie los puede adormecer con cantos de sirena, todos saben lo que está en juego, la soberanía de la patria.

La Casa Blanca y el Consejo de Seguridad Nacional están convencidos de que las medidas actuales están en camino correcto para materializar sus aspiraciones.
Los funcionarios de los ministerios tampoco podrán ser envueltos en la miel envenenada que desean hacerles tragar, con la posibilidad de otorgarles visas para visitas familiares, recibir remesas y paquetes desde Estados Unidos.

Esa estratagema es añeja, conocida, e incluso desclasificada, pudiéndose leer en un informe del 15.08.1968, cuando el Departamento de Estado y la CIA analizaban la necesidad de un cambio de política hacia Cuba, y la Agencia quería que se le autorizara:

[…] abordar a los líderes cubanos alrededor de Castro para asegurarles que Estados Unidos no desea echar por tierra o borrar los logros de la Revolución, y están preparados para cooperar con ellos, y apoyarlos en lo que fuera posible, en un régimen posterior a Castro, a cambio de que cooperen de forma encubierta para la CIA, proporcionando información y quizás, hasta realizar una acción oportuna que acelere la sustitución de Castro como líder del país”.

Contra Cuba todo está ensayado y la PDD-43 lo que ha hecho es plasmarla en un lenguaje menos ríspido y más edulcorado, para que solo los incautos piensen que existe la posibilidad de una mejoría en las relaciones, aunque a todas luces no hay modificación en los puntos vitales que afectan el desarrollo del sistema pues como dice la misma:

“…está guiada por los intereses de seguridad nacional, tal y como están descritos en la Estrategia de Seguridad Nacional del 2015”.

La guerra económica, como califica la CIA al supuesto embargo, se mantiene, los programas y el financiamiento para el desarrollo de acciones de la contrarrevolución siguen inamovibles, la Radio y TV Martí, igual que la Ley de Ajuste Cubano como pieza clave de la manipulación de la emigración y el robo del personal de la Salud en el exterior. Mientras, la revocación del contrato de arrendamiento del territorio cubano que ocupa la Base Naval en Guantánamo, ni aceptan discutirlo.

Con todos estos argumentos nadie podrá creerle a “The Washington Post”, cuando asegura que el mensaje de Obama a Raúl Castro es “haz lo que quieras”; porque más bien el enviado es: “créete que deseo ayudarte.

Ante situaciones como estas José Martí sentenció:

“! que tristeza, ver tanto y saber tan poco”!

F/ElHeraldoCubano


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